El trastorno bipolar es un trastorno del
estado de ánimo de larga evolución, en el que los episodios depresivos se ven
interferidos por la aparición de otros episodios caracterizados por un estado
de ánimo elevado (euforia excesiva), expansivo (hiperactividad anómala) o
irritable. Es un trastorno orgánico, crónico y que precisa un tratamiento
farmacológico con fármacos que regulen el funcionamiento de los
neurotransmisores cerebrales. La prevalencia se estima en un 4% de la población
general. La edad media de aparición son los 21 años. Produce una importante
cronicidad con el consiguiente deterioro social y laboral. Aunque la
manifestación clínica de este trastorno varía dependiendo de los pacientes, la
presencia de los dos polos del síntoma, manía y depresión, constituye el rasgo
característico de la enfermedad.
miércoles, 14 de febrero de 2018
Manifestaciones clínicas
El diagnóstico del trastorno bipolar
descansa en criterios puramente clínicos, y por lo tanto sujetos a controversia
e interpretación.
En la enfermedad bipolar, se alternan tres tipos de situaciones:
-
Episodios depresivos, caracterizados por:
• Sentimientos de
desesperanza y pesimismo.
• Quejas vagas y difusas,
con alteraciones del apetito, sueño y libido.
• Dificultad en la
concentración y pérdida de memoria.
• Disminución de energía,
agotamiento, fatiga.
• Pensamientos de muerte
o suicidio; intentos de suicidio.
• Inquietud,
irritabilidad.
-
Episodios de normalidad o eutimia.
-
Episodios maníacos, que cursan con:
• Autoestima exagerada, o
sensaciones de grandeza.
• Euforia expansiva y
optimismo con sentimientos de omnipotencia.
• Verborrea, comportamiento
social desinhibido, sociable en exceso, osado e indiscreto.
• Disminución de la necesidad
de dormir.
• Pensamiento acelerado,
a menudo con fuga de ideas.
• Aumento del deseo
sexual y olvido de las consideraciones éticas.
Se llama episodio
hipomaníaco si lo que está presente es un episodio como el anterior, pero sin
llegar a provocar un deterioro laboral o social.
Se llama episodio mixto a
las alteraciones propias de la fase depresiva y alteraciones propias de la fase
maníaca.
Clasificación
(Basada
en los criterios del DSM-IV y CIE 10).
• Trastorno bipolar tipo I: es la forma clásica y su rasgo
diferencial es la presencia de manía.
• Trastorno bipolar tipo II: en este se combina la aparición de
episodios depresivos mayores con hipomanías.
• Trastorno bipolar tipo III: se asigna a pacientes con antecedentes
familiares de trastorno bipolar que presentan depresión e hipomanías únicamente
durante el tratamiento antidepresivo.
• Episodios afectivos mixtos: con síntomas maníacos y depresivos al
mismo tiempo.
• Trastorno ciclotímico: con periodos que comportan síntomas
hipomaníacos y periodos que comportan síntomas depresivos, pero con la
particularidad de que ni los unos ni los otros tienen la gravedad como para
hablar de una fase hipomaníaca o de una fase depresiva.
Intervenciones psicosociales y psicoeducativas
La
psicoeducación es eficaz si se complementa con el tratamiento farmacológico;
esta intervención ha de dirigirse a educar al paciente respecto a las
características de su trastorno y tratamiento, mejorar su cumplimentación,
fomentar la identificación precoz de los síntomas de recaída, afrontar las
consecuencias psicosociales de los episodios previos y prevenirlas de los
futuros, así como fomentar el mantenimiento de un patrón regular de actividades
diarias que incluye el sueño, la actividad física, la alimentación y la
estimulación emocional. Este psicoeducación es eficaz, además, cuando se dirige
también a la familia, con los mismos objetivos descritos.
Revisión de aspectos neurocognitivos del trastorno bipolar.
1.
Cerebro,
cognición y trastornos afectivos
Antonio Damasio (2001)
dice, en este sentido que los sentimientos, junto con las emociones sirven de
guías internas, y ayudan a una persona a trasmitir a las demás señales que
también pueden guiarles y, contrariamente a la opinión científica tradicional,
los sentimientos son tan cognitivos como otras percepciones.
2.
Trastornos del estado de ánimo
Hasta finales de los años
60 el punto de vista psicoanalítico fue el enfoque que predominó en la
psiquiatría, declinando el aspecto biológico (Abdala, 2002). Aunque esto no
siempre fue así ya que, desde los comienzos de nuestra cultura occidental, la depresión
(melancolía) es una entidad que ha preocupado a pensadores, filósofos y científicos
de cada época.
3.
Neuropsicología del trastorno bipolar
Las contribuciones de la
neuropsicología a la comprensión del trastorno bipolar han
estado orientadas a
determinar no solo las áreas cognitivas comprometidas sino la persistencia de
dicho compromiso en los distintos estadios de la enfermedad bipolar proporcionando
una base empírica mediante estudios trasversales y longitudinales.
4.
Déficit cognitivo en trastorno bipolar: ¿rasgo de estado o Endo fenotipó?
Una de las cuestiones que
ha suscitado mayor interés científico últimamente ha sido el tema de los
déficits neuropsicológicos como rasgo marcador de estado o inherente a la
enfermedad bipolar misma. Numerosas investigaciones dan cuenta de alteraciones
significativas en el funcionamiento cognitivo de pacientes en períodos en los
que estos están libres de síntomas.
Conclusión
El trastorno bipolar es una enfermedad
crónica que provoca cambios patológicos del estado de ánimo. De forma general,
se calcula que el trastorno bipolar representa aproximadamente el 20% de todos
los trastornos del estado de ánimo y aunque en la literatura especializada se
reconoce que puede estar infradiagnosticado y se estima una pre valencia de
entre el 1 y el 2.5%. Para su tratamiento
existe un amplio arsenal farmacológico, no obstante, es la combinación de
medicación y psicoterapia la que consigue los mejores resultados.
A continuación recomiendo un interesante documental acerca del trastorno bipolar:
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